Esta navidad, es tiempo de agradecer y compartir el futuro de un legado único en el mundo, que podrán mantener vivo generaciones venideras gracias al amor por nuestro entorno
Contaba la leyenda que hubo un tiempo en el que un inmenso mar de encinas se extendía más allá del horizonte.
Donde dos antiguos pueblos, los celtas y los iberos, esperaban la salida del sol adorando a la encina más longeva, a la cual consideraban sagrada, gracias a su preciado fruto, la bellota, símbolo de abundancia y prosperidad.
Silenciosa la dehesa, como si los infortunios del tiempo no fueran con ella, la leyenda sigue viva en el presente. Sembrar nuevas encinas sigue siendo un mágico ritual, símbolo de buen augurio y de la unión de antiguos pueblos con esta tierra, El Valle de los Pedroches.